Difícilmente volveremos a ver una ceremonia tan popera, atrevida y descarada como la de los Juegos Olímpicos de Londres, inaugurados anoche bajo la dirección de Danny Boyle. Que desde el Telediario minutos antes se conectara con un concierto en Hyde Park en el que actuaban Snow Patrol, Duran Duran o Stereophonics (¿os imagináis el equivalente de haber sido los juegos en Madrid?) no era nada en comparación con lo que se avecinaba. Ya lo comentamos anoche en Twitter: ¿quién habría podido adivinar que el espectáculo comenzaría con un montaje sobre el que sonaban los mismísimos Fuck Buttons con su tema estrella ‘Surf Solar’?
Mientras María Escario se dedicaba a repetir “esto es un homenaje al cine” (‘Cuatro bodas y un funeral’), “esto es un homenaje a la literatura” (no faltó Shakespeare, por supuesto), “esto es un homenaje a internet”, el público melómano se lo pasaba pipa con la que fue la verdadera protagonista de la ceremonia: la música en las mil y una formas en la que la hemos conocido exportada desde Reino Unido. Aprovechándose de que allí, a diferencia de lo que sucede en España, el pop conocido por las masas, el de verdad, es el pop bueno, los amigos Underworld sonaron varias veces, ‘Galvanize’ de Chemical Brothers sirvió de banda sonora para el arranque del desfile de los 200 países y ‘Heroes’ de David Bowie acompañó al equipo nacional al final, pero antes miles de bailarines habían danzado al ritmo de Blur, The Prodigy, Amy Winehouse, New Order, Eurythmics, los Rolling, Queen, Housemartins, Adele, Muse, algún irlandés tipo U2… No se dejaron ni la vertiente petarda, representada por las Sugababes, ni la nostálgica, con fragmentos de The Clash, Sex Pistols o The Who, entre otras decenas que convirtieron la ceremonia en una entretenida adivinanza. ¿Se acordarán de Pet Shop Boys? Por suerte sí. ¿Y de los Smiths? Por desgracia no.
Todo ello para desembocar en un espléndido ‘Bonkers’ con Dizzee Rascal de cuerpo presente, dando lugar después a otras actuaciones, una balada tradicional interpretada por Emeli Sandé (‘Abide With Me’), unos estupendos Arctic Monkeys en riguroso directo (‘I Bet That You Look Good On The Dancefloor’, ‘Come Together’) y un ‘Hey Jude’ interpretado por un Paul McCartney que acabó a lo Madonna en París “me he ido ya aunque no os lo creáis”, pero dejó a todo el estadio cantando lo de “nanananá”. ¿Cuál es la primera canción que te ha venido a la mente esta mañana al abrir los ojos? Pues eso.
El siguiente valor más importante exportado de las islas después de los Beatles y compañía es el humor británico, y no faltó en la gala. Lo de Mr Bean tocando la base de la música de ‘Carros de fuego’ fue lo de menos. La reina fue lo de más. Un gag nos mostraba a Daniel Craig haciendo de James Bond recogiéndola, de espaldas, como si fuera una imitadora o Helen Mirren, por ejemplo. ¿Sería la de verdad? Por supuesto que era la de verdad. Su alteza, que se dedicó a limarse las uñas o a mandar un sms mientras uno de sus países, en este caso Reino Unido, desfilaba, se prestó al juego portando anoche el mismo vestido que había prometido. De esta manera, el equipo pudo hacer un montaje por el que parecía que Isabel II se había dejado caer por allí en paracaídas, lanzada desde un helicóptero desde el que absurdamente había saludado al pueblo como si el pueblo pudiera verla.
El bello Beckham, de sonrisa reluciente conduciendo una lancha con la antorcha olímpica, cual salido de una película (tontos que son); el locutor de TVE llamando a ‘Trainspotting’ ‘Trainspointing’ o ese número rojete con el que se abrió, centrado en la revolución industrial con el pueblo trabajando y caminando mientras otros fumaban puros en traje (más claro el agua y qué actual todo) redondearon la diversión. Sólo faltaron los protagonistas de ‘Little Britain’ entonando el “Britain, Britain, Britain” para que esto consiguiera un 10. Bueno, eso y que TVE no nos obsequiara con bochornosos planos “alternativos” cuando desfilaba nuestro país.