Muy de su estilo sea el que sea, el videoclip El Día que haga limpieza del grupo granadino Enrique Octavo es toda una declaración de intenciones o de no intenciones: No voy a limpiar.
Una apuesta firme por la suciedad que se escucha desde el segundo uno con el crepitar de la válvula del amplificador Marshall y que, a pesar de la melodía que entra amable, deja un toque caótico o desordenado que entronca con el indie rock destartalado en ocasiones.
La letra y el mensaje es claro: No voy a pillar la fregona hasta que no sea estrictamente necesario. Define necesario, claro. Para Enrique Octavo fue necesario limpiar cuando el grupo empezó a ensayar en Abeto 5, la casa estudio de José. Una vez a la semana estaba todo más o menos limpio y con cierta regularidad se mantenía. Cierto es que para la grabación hubo que echar un extra y los de grupo vinieron a limpiar también, el Día que hicimos limpieza fue el 20 de julio, un día antes de grabar la canción y que llegasen Alfonso G. Marquéz y Javiel Ángel Morillo desde Sevilla a grabarla y producirla.
Todo lo que aparece en las secuencias forma parte de la limpieza profunda de la segunda planta de Abeto 5. Mataron dos pájaros de un tiro. El videoclip está grabado cerca del Punto limpio de Granada y todo lo empleado en el rodaje fue debidamente recogido y reciclado. Charly de la Mata de Nature productions se encargó de plasmar el caos en imágenes como solo él sabe hacerlo. La letra es muy de actualidad pero es un tema muy silenciado. Los señores que no limpian o no saben hacerlo es una problemática generacional de boomers que crecieron con asistenta y ahora esquivan montones de mugre, entre la desidia militante o la banal pereza. En el otro extremo, los cerebros femeninos coetáneos educados en una pulcritud intolerable con las mijillas o maniática de los olores o de todo lo que rodea la higiene pues, si por cosas de la vida, estos dos perfiles muy abundantes en nuestra sociedad, se encuentran y pongamos que se enamoran pues va a ser el rosario de la aurora. A ver, que la vida en pareja es difícil aunque tengas asistenta pero si encima hay que hacer turnos de limpieza, pues se junta todo: el machismo, la brecha generacional, los boomers, los reprochitos y todo lo demás. De eso habla la letra y de la esperanza vana de que la lejía lo cura todo o puede hacer que el amor vuelva a brillar.
Estaré orgulloso de mí tristeza, que dice la letra es por alusión que al señor que no limpia le deprime inevitablemente su pérdida de estatus. Y que, aunque se ponga, como tiene poca práctica, sigue pareciendo todo sucio que es muy drama también. Una pena que no huela o que no duela pues eso, el dolor es inevitable pero el olor es opcional y así hay que vivirlo.