El Festival de Música Avanzada y New Media Art Sónar ha conquistado este jueves el recinto de Fira Barcelona ubicado en Montjuïc, adonde se ha trasladado desde su antigua ubicación en el CCCB i el Macba, algo que sus visitantes han vivido acudiendo masivamente al nuevo emplazamiento durante la primera jornada del Sónar de día.
La retahíla de conciertos de música electrónica ha arrancado pasado el mediodía bajo un intenso sol de verano, que ha puesto a bailar a los primeros en estrenar el emplazamiento, que lo han usado como si en sus XX ediciones anteriores el Sónar se hubiera celebrado siempre aquí.
Además de los alemanes Fantastic Mr Fox, uno de los primeros artistas que han desfilado por las nuevas instalaciones ha sido el finlandés Jesse & Jimmy Tenor, que ha subido los decibelios en el escenario SónarDome ante un atónito público, que calentaba motores.
No obstante, los islandeses Gluteus Maximus han sido uno de los primeros platos fuertes de la jornada, con President Bongo y DJ Margier, cultivados en el arte de facturar beats, que han animado a un público muy acalorado –muchos extranjeros en bañador y sin camiseta– con sus sesiones a cuatro manos y constantes bailes, y seguidos por el compositor y productor Gold Panda, con su electrónica instrumental y soñadora.
El trío neoyorquino Liars han puesto su punk a prueba ante un afamado público con su sexto largo ‘WIXIW’, más electrónico y arriesgado, que han interpretado ante una multitud, y algún súper bailarín.
AUDITORIO
Bajo la coordinación de Josep Comajuncoses, la Barcelona Laptop Orchestra ha cambiado los trombones, bombos y platillos por tabletas, laptops y otros dispositivos de nueva generación, bajo la máxima de convertirlo en toda una investigación sonora en marcha con un repertorio basado en clásicos de la electroacústica y la primera electrónica.
Además de Pascal Comelade –en su faceta más electrónica y radical–, también en el auditorio el luxemburgués afincado en Barcelona Francesco Tristano ha acallado a los presentes con su piano a una multitud que ha observado sus manos transgredir la línea entre un piano clásico y sintetizadores de última generación, que le han valido silbidos y aplausos aún durante a su actuación.