Hay ciertas obras que, aunque nunca estuvieron determinadas a hacerlo, terminaron cambiando o fijando el rumbo de la música hoy como la conocemos. Y aunque no sorprende saber, que muchos de esos trabajos que sedimentaron esta historia hoy nos superan etariamente, un aniversario siempre es excusa suficiente para recordar su relevancia, su trascendencia, la razón por la que forman parte de ese imaginario colectivo de todo amante de la música, en cualquier tiempo o lugar.
El disco no cambia, uno cambia (no se puede atravesar el mismo río dos veces). Nos puede pasar con muchos discos, muchas bandas; plantear un revisionismo no siempre apela a un mismo tipo de obras, y eso es lo que hace que la experiencia sea tan gratificante.
Pero hoy si, hoy quizás es necesario remitir a un disco, y a uno trascendente de manera singular. Quizás porque es la obra insignia de una de las banda más icónicas de los últimos tiempos, quizás porque es el disco que tiene la canción de amor más hermosa de todas, quizás porque con su aparición redefinió toda nuestra manera apriorística de conocer al mundo, o quizás porque hace 25 años vino a desintegrar el paso del tiempo… hoy, rememoramos el cuarto de siglo de Disintegration, el octavo disco de The Cure.
No es necesario apelar al contexto de la creación de un producto discográfico para que este complete su significación, esa es la belleza de la experiencia tan subjetiva que evoca escucharlo. Un disco es atemporal.
Pero, para quien crea que no es un aporte menor, en (muy) resumidas palabras lo que habría que saber es que: luego de haber transitado diferentes facetas en su sonido, desde un debut esencialmente post-punk hasta los momentos más sombríos que les asignaron el trivializado término “gótico” con discos como Faith o Pornography, y hasta incluso haber coqueteado con el éxito mundial con los hits que trajeron aparejados The Head on the Door o finalmente, Kiss Me Kiss Me Kiss Me, The Cure volvía a volcarse en esa oscuridad tan intrínseca de su ser… ahora de la manera más emblemática.
Los mitos en torno al nombre sostienen que el disco se llama así después de un episodio en que un incendio casi logra que todas las letras del disco se “desintegren”, siendo heroicamente salvadas por los miembros de la banda. Otros apuntan a la evidente pronta disolución de la banda (que nunca ocurrió) y yo prefiero pensar que el disco se llama así porque te desintegra el alma.
Y qué mejor prueba tengo para remitirme a esa hipótesis que la misma apertura con “Plainsong”. No creo tener palabras para expresar el efecto que esta canción causa en mí. Es la forma más eficaz de abrir el disco, porque condensa en poco más de cinco minutos todas las sensaciones que luego se explayarán en él.
Si tomamos la desintegración como un momento en el cual los diversos elementos que componen un todo se disgregan hasta que este deja de existir como tal, quizás para aprehender Disintegration haya que recorrer el camino inverso y acoplar cada una de las canciones en ese todo inmenso que nunca deja de existir, por lo menos en nosotros.
Con eso en mente, el recorrido continúa con la movilizadora “Pictures of You”, que junto a “Lovesong” condensará los momentos más emotivos del disco. Nos remiten a un Smith enamorado, capaz, como pocos, de sacar sus sentimientos a la luz causando empatía hasta en alguien que nunca experimentó esa clase de sensaciones.
No quiero dejar de mencionar “Closedown” que con tan pocas palabras resulta majestuosa compositivamente. Y ahora sí, termino la idea que esbocé con “Lovesong” en el párrafo anterior. “Lovesong”, es más fuerte de lo que su título anticipa, yo considero que es la canción de amor más bella jamás hecha. Y quizás es porque es la más honesta, originalmente fue un regalo de bodas de Smith a Mary Poole, su amor de toda la vida.
“Last Dance”, y más tarde, “Fascination Street” evocan esa sombría, mas no por eso perturbadora atmósfera que remite a esas épocas más oscuras de la banda. Con punzantes líneas de bajo, sintetizadores, y una voz que acierta al presentarse amena y no desafiante construyen los momentos más complejos y admirables del disco.
“Lullabye” es imponente desde su inicio. Robert nos susurra al oído y nos invita a no tener miedo a los extraños monstruos que nos acechan al anochecer. El horror puede traducirse en hermosura, es lo que Smith hace con los recuerdos de las historias que su padre le contaba antes de acostarlo, advirtiéndole de no tener miedo “si no llegara a despertar”.
La seguidilla “Prayers for Rain”, “The Same Deep Water as You” acercan al disco a los momentos más introspectivos. Empujan hacia esa profundidad todavía posible, y nos invitan a sumergirnos en ella, sólo para rescatarnos con los vidrios rotos que inician la canción que le da nombre al disco.
“Disintegration” es la luz al final del túnel. Es tan poderosa que no cuesta adivinar por qué le asignaron tanta responsabilidad. Todo el camino llega a un momento de éxtasis absoluto cuando Smith deja de susurrar y grita esas palabras que juntó de manera tan significativa. El extraña muchas cosas, y seguramente tiene mucho dolor, pero se sacrifica por nosotros con esta enorme prueba de superación. El miedo a la finitud, al paso del tiempo, lo abruma estando próximo a cumplir 30 años, y él lo traduce en el momento más solemne del disco.
“Homesick” es la renovada tristeza, una evocación a la nostalgia más desgarradora, y sin embargo inevitable, que no podía perderse casi al final de ésta, su obra insignia, y que sin embargo termina con “Untitled”, la canción más esperanzadora de todas.
Y así se completa lo que intenté plantear como un recorrido inverso a la desintegración, el camino hacia la constitución de un todo, un todo tan monumental como Disintegration.
Con tanta hermosura, y sin embrago, de esta manera tan avasallante, nos desintegra el alma y la forma en la que concebíamos al mundo antes de su aparición en nuestra vida. La única manera de combatir el paso del tiempo es trascendiendo, y hoy, rememorando esta obra a cuarto de siglo desde su lanzamiento, podemos asegurarle a Robert Smith que ya no tiene nada que temer.
The Cure – Disintegration
1989 – Fiction
01. Plainsong
02. Pictures Of You
03. Closedown
04. Lovesong
05. Last Dance
06. Lullaby
07. Fascination Street
08. Prayers For Rain
09. The Same Deep Water As You
10. Disintegration
11. Homesick
12. Untitled
fuente: indiehoy