Arctic Monkeys han grabado varios álbumes al otro lado del Atlántico y tanto Alex Turner, cantante y guitarrista, como el batería Matt Helders pasan largas temporadas viviendo en Los Ángeles, pero el precoz y ya maduro cuarteto británico no cree que girar por América sea la llave al éxito internacional.
Ninguno de sus miembros alcanza la treintena, pero la banda de Sheffield, Reino Unido, cuenta ya con cinco trabajos editados, después de protagonizar uno de los primeros ascensos a la fama a través de Internet.
Durante la presentación de su quinto y último álbum, ‘AM’ (2013), Turner llena el escenario en una especie de cruce de caminos entre un «crooner» y el primer Elvis Presley, combinando un ya reconocible tupé con un atuendo de los 50. Hoy, un deje californiano se deja entrever en su inglés de acento puramente británico.
Con su último trabajo han consolidado su fórmula. Doce temas que incluyen desde baladas a sonidos cercanos a la psicodelia les han llevado de nuevo a lo más alto de las listas británicas.
Horas antes de su concierto en el Palacio de los Deportes de Madrid, ya enfrascados en un tour que les mantendrá de gira hasta mediados del año que viene, Turner y Helders recibieron a Reuters en un austero camerino de paredes de ladrillo.
P: ¿Cómo escapasteis de la fiebre del sintetizador que vivimos hace unos años?
Turner: Oh, la epidemia del sintetizador. Realmente nunca me di cuenta de que existiese. Supongo que seguimos tomando medicinas, bebiendo mucha agua… Cuando una banda de guitarras graba con sintetizadores parece que sea porque con las guitarras no fuese suficiente. Es cierto que no ha estado en nuestros planes, pero no voy a descartarlo, no tengo nada en contra.
P: Parece que habéis alcanzado un equilibrio entre vuestra independencia musical y el éxito comercial. ¿Tiene algo que ver con haber firmado con una discográfica mediana?
Turner: Quizá tiene algo que ver con eso, sí. Laurence Bell, que fundó Domino, fue con quien firmamos nuestro primer contrato. Nos permitió probar cosas diferentes… Creo que trabajar con él nos ha ayudado a alcanzar ese equilibrio del que hablas.
P: ¿Pero os sentís totalmente libres?
Turner: Supongo que creativamente sí. Quiero decir, le pregunto por su opinión, es bienvenida. Pero no es la típica situación que puedes imaginar en la que hay un miembro del sello discográfico en el estudio diciendo «yo había pensado en esto o en aquello».
P: Parece que tenéis bastante respecto por vuestras antiguas canciones. ¿Cómo os sentís hoy tocando Teddy Picker o Dancing Shoes?
Turner: Algunas se disfrutan más que otras. Y a veces es más difícil meterse dentro de algunas antiguas. Ya sabes, ya no te sientes como al principio. Cuando cuentas el mismo chiste 600 veces, no le pillas la gracia, pero de repente, en la vez número 601 te das cuenta de algo que aún no habías cogido.
Varios temas han cambiado. De Mardy Bum, por ejemplo, hacemos una especie de nueva versión. Me gusta la canción, pero la manera en la que la tocábamos al principio tenía este estilo naíf, que quizá era lo que enganchaba en el disco, pero ya no podemos falsear eso. No podemos tocarla de esa manera, pero sí podemos trabajar sobre lo compuesto.
P: ¿Tocar en Estados Unidos es la puerta al éxito internacional?
Turner: No sé, creo que nosotros teníamos relativo éxito internacionalmente… Esta noche tocamos en esta gran sala, y mañana en una del mismo aforo, ¿sabes a lo que me refiero?
P: Pero os habéis ido a Estados Unidos a grabar algunos de vuestros álbumes…
Turner: Sí, originalmente era algo así como alejarnos de aquel ambiente en el que sentirnos cómodos, del «hogar». La primera vez que grabamos allí fue con nuestro tercer disco y en ese punto teníamos ganas de probar algo nuevo, trabajar con gente nueva. Así que fuimos al estudio que Joshua Homme tiene en el desierto y creamos Humbug, que fue un punto de inflexión en la banda. Creo que necesitábamos ir para allá y refrescarnos las ideas, era algo así como: Si esta banda va a continuar, necesitamos evolucionar.
P: ¿Cuántos pedales de guitarra y nuevos aparatos os enseñó Joshua?
Helders: Muchos cacharros, muchos pedales. Por lo que yo vi, había un montón de cosas.
Turner: No tantos, pero sí que usamos muchos de su colección. Conoce algunos trucos, sí, pero creo que encontramos la manera de tocar y de movernos por el mástil por nosotros mismos. Él tiene su propio sonido, sí, pero se trata de encontrar el tuyo. Pero fue algo determinante, Joshua nos ayudó a plantar la semilla de un árbol frutal que ahora nos está dando jugosas ciruelas.
P: ¿Y qué hay del renovado sonido de la batería?
Helders: Al grabar las demos en un reproductor de cinta de casete tenía que tocar a bajo volumen porque si no, sonaría muy distorsionado. En principio, la idea era tocar una base simple y potenciarla después. Al final nos enamoramos de cómo sonaba en las demos, y pensamos que era más efectivo dejarlo así.
P: ¿Beatles o Stones?
Ambos: Beatles.
P: ¿Arcade Fire, Strokes, Vampire Weekend o Radiohead?
Ambos: Strokes.
P: ¿Wes Anderson o Francis Ford Coppola?
Helders: Buena pregunta.
Turner: Quizá Wes Anderson pero no sé, con El Padrino… ¿Tú qué crees? (A Helders)
Helders: Bueno, podemos decir que El Padrino es la mejor película jamás rodada así que…
P: ¿Qué tal es trabajar con vuestro productor de siempre, James Ford?
Turner: Está bien. Somos como un equipo de remo y él es el timonel.